Ayer domingo, los obreros tuvimos la oportunidad de celebrar en la bella ciudad de Granada un acto que para nosotros es de gran importancia: la llegada por primera vez del Señor sacramentado a una de las casas de la Obra de Jesús. Esto ocurrió el 27 de noviembre de 1974, día de la Medalla Milagrosa.
Como concurríamos obreros de diversas localidades españolas, el acto tuvo lugar el sábado 1 de diciembre. La jornada comenzó con una charla de formación impartida por el P. Ruiz Jurado, S. J. sobre la virtud de la esperanza cristiana en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Tras ella tuvimos una hora de oración mental mientras el sacerdote confesaba a todo aquel que quisiera.
Sobre las 13:00 h. dio comienzo la santa misa.
Posteriormente tuvimos la comida en la que los asistentes compartieron lo que habían traído. Fue un momento distendido, de diálogo y sentirnos uno.
Tras un rato de guía espiritual personal y descanso, pudimos disfrutar de un video que nos hizo reflexionar y compartir lo que nos había suscitado.
La jornada terminó con una merienda también a partir de lo que habían llevado los obreros.
Concluímos dando gracias a Dios por el día de encuentro y convivencia en el Señor. Pudimos vernos obreros y cónyuges (no obreros) que el resto del año estamos separados geográficamente y esto siempre es un motivo de alegría y ánimo.
Como concurríamos obreros de diversas localidades españolas, el acto tuvo lugar el sábado 1 de diciembre. La jornada comenzó con una charla de formación impartida por el P. Ruiz Jurado, S. J. sobre la virtud de la esperanza cristiana en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Tras ella tuvimos una hora de oración mental mientras el sacerdote confesaba a todo aquel que quisiera.
Sobre las 13:00 h. dio comienzo la santa misa.
Posteriormente tuvimos la comida en la que los asistentes compartieron lo que habían traído. Fue un momento distendido, de diálogo y sentirnos uno.
Tras un rato de guía espiritual personal y descanso, pudimos disfrutar de un video que nos hizo reflexionar y compartir lo que nos había suscitado.
La jornada terminó con una merienda también a partir de lo que habían llevado los obreros.
Concluímos dando gracias a Dios por el día de encuentro y convivencia en el Señor. Pudimos vernos obreros y cónyuges (no obreros) que el resto del año estamos separados geográficamente y esto siempre es un motivo de alegría y ánimo.
